
llego la hora de un nuevo encuetro...
Hablamos de crecer con el cine Proponemos ver el cine desde donde nos modifica, desde donde afecta nuestra manera de sentir Si logramos identificar lo que nos produjo y por qué e intentamos que lo demás perciban lo mismo; quizás lo logremos, probablemente no, entonces puede que lo mejor esté por suceder

Gentes y no tan gentes ( y por qué no tangentes?), aquí algo de la información sobre la película que tuvimos el agrado de ver ésta ultima reunión y que pretende ser nada menos que una puerta de entrada al cerebro de uno de los directores más polémicos y excentricos del Nuevo cine inglés.
provoca euforia versus disforía en la recepción del espectador que desglosa correctamente o no la previa intentio del operator (Mimoso–Ruiz, 1998: 141). El proyecto de The Pillow Book empieza con la lectura de Sei Shonagon en 1984, cuando el director experimentaba con su equipo técnico las listas alfabéticas de Z. O. O. y emprendía el guión de los 26 Hechos sobre la carne y la tinta a partir de las veintiséis letras del abecedario. La protagonista moderna greenawayana Nagiko, oriunda de Kyoto como Sei Shônagon antaño, es una aficionada fetichista de los cuerpos-textos. Coleccionista de amantes como de caligrafías raras queda involucrada en trece libros y un diario puestos en abismo. El Zuihitsu (escrito con el pincel) de origen vinculado con el arte del catálago y de la lista heredado de China conoce bajo la dirección de Greenaway nuevas transformaciones o alteraciones. Con respeto a los textos de Sei Shônagon, fundadora del libro de impresiones de «la vida corriente» dotado de una pluralidad y de una heterogeneidad asombrosas, Greenaway exhibe con insistencia en el hipertexto fílmico y en la materialidad de las imágenes proyectadas un éclatement del encuadre cinematográfico. A partir de un soporte en súper
Prototipo del cineasta-artista europeo, totalmente alejado de los supuestos de cine comercial actual. Greenaway se ha mantenido escéptico acerca de las restrictivas fronteras del cine, se puede decir que sus películas no intentan mantener vigentes sus características tradicionales. Sus films se destacan dentro de la producción general de la "industria". Algunos críticos han definido su producción como anticine y ni siquiera lo consideran cineasta, seguramente Greenaway no estará en desacuerdo con esto ya que mantiene siempre una actitud inquieta con respecto a las inhabilidades del séptimo arte: no hay tacto, no hay olor, no hay temperatura, corta duración, audiencias pasivas y sedentarias, no existe el diálogo con la audiencia, sobrecarga de especificaciones técnicas limitadas a la composición de cada cuadro de la película, visibilidad desde una determinada dirección. Desmedida búsqueda de la realidad, sets temporales, actores educados para pretender actuar, ilusiones planas, poca compresión de la pantalla como pantalla. Intereses comerciales omnipotentes. Son todas estas algunas de las tiranías a las que se enfrenta Greenaway en su cine, el cuadro, el actor, el texto y, la más molesta de todas, la tiranía de la cámara. La lista de desencantos es larga. Sin embargo, él no está solo en sus opiniones, su estrategia actual es investigar y cambiar estas limitaciones y para ello invierte mucho tiempo en actividades diferentes al cine, con el ánimo de llevar dichas actividades hacia éste con la esperanza de reinventarlo. Algo que se hace cada vez más difícil, pero mucho más necesario. Un medio sin una reinvención constante está condenado a morir. Muchos dicen que hoy no hay grandes inventores en el cine, se han ido a otros lugares, tal vez están haciendo lo correcto.
El cine de Greenaway está marcado por una serie de imágenes o elementos que se repiten, casi invariablemente, cinta tras cinta, de una forma obsesiva, lúdica y rotunda.
Es preciso señalar que estos elementos que se repiten están en línea con la música minimalista y repetitiva del compositor Michael Nyman, que suele ser el creador de las bandas sonoras de las películas de Peter Greenaway.
