domingo, 20 de diciembre de 2009

Para tomar como de quien viene...

Y cada uno saque sus propias conclusiones
Le dije a Herzog en Europa que se fuera a la mierda y le colgué el teléfono. Poco después empezó Fitzcarraldo sin mí, con alguien de Nueva York y Mick Jagger en el papel de amigo de Fitzcarraldo. Ahora viene a Los Angeles con el rabo entre las patas y me suplica que haga la película.Después de unas cuatro semanas de rodar con el tipo de Nueva York, incluso Herzog, con su cerebro de imbécil, se ha dado cuenta de que ya puede tirar todo el material a la basura y empezar la película otra vez desde el principio. Por cuarta vez, ese bocazas ha visto a las claras que sin mí es un cero a la izquierda. Sin embargo, en Los Angeles intenta dármela con queso. Hago reescribir el contrato punto por punto, hasta que por fin, a medianoche, Herzog da su brazo a torcer y sale a toda pastilla de la oficina del abogado en Beverly Hills, dejándome el contrato firmado en blanco.Minhoi y Nanhoi están en Marin County. Voy al encuentro de mi babyboy para abrazarle y besarle de nuevo antes de irme a Sudamérica y pasar tanto tiempo lejos de él.Nanhoi se empeña en que le prometa dejar de fumar para siempre. Se lo prometo.Los cinco meses en la selva de Perú son muy parecidos a los de hace diez años, cuando rodamos Aguirre. De nuevo son la total imprudencia, ineptitud, incapacidad, arrogancia y falta de escrúpulos de Herzog las que ponen en juego una y otra vez nuestra vida y amenazan con echar a rodar definitivamente el rodaje y provocar un desastre financiero. De nuevo alimenta a la compañía con una bazofia incomible que hace cocinar con manteca de cerdo. De nuevo falta lo más imprescindible para que los miembros del equipo conserven las fuerzas y estén a salvo de enfermedades y contagios peligrosos. De nuevo falta frutas, verduras y sobre todo agua potable. Soy el único que tiene especificada en el contrato una ración diaria de agua mineral, papaya y limones.Y soy el único que, a ser posible, evita tragarse esa comida de cerdos; en cuanto tengo ocasión, me aso en una hoguera pescados del río, aves silvestres o un pato salvaje.En cuanto Herzog huele el asado, se pega a mí como un moscardón y quiere zampárselo todo. Por mucho que le insulte y le injurie e incluso le amenace, en cuanto quiere algo de mí, vuelve a aparecer, como la malaria, como el pestazo que un montón de mierda desprende sin cesar.Enumerar y describir con detalles todas las vejaciones y malos tragos que nos hizo pasar en la selva -el cretinismo total de Herzog, su desvergüenza, su desfachatez, su brutalidad, su estupidez, su megalomanía y su falta de talento-, así como las consecuencias de todo ello, resultaría verdaderamente vomitivo, y sería una imperdonable pérdida de tiempo y energías. Es el mismo montón de basura podrida de diez años atrás, aunque aún más imbécil, descerebrado, paralítico y criminal.Día y noche lleva consigo un dietario de un estuche de cuero sujeto al cinturón, en el que anota sus observaciones mentirosas y fanfarronas sobre el rodaje. Además, ha contratado a un tipo que se hace llamar documentalista, Les Blank, que no piensa en otra cosa que en jalar y que tiene la misión de filmar un documental sobre Herzog. Ese tragaldabas es tan holgazán que se pasa el día durmiendo y se lo pierde todo.Si alguna vez, por casualidad, aparece en el momento y lugar adecuados, tarda tanto tiempo en sujetar la cámara al trípode que cuando empieza a filmar ya no hay nada interesante. Nunca filma a mano alzada. Seguro que movería la imagen, pero el motivo principal sin duda es la propia cámara, que le resulta demasiado pesada e incómoda.De nuevo Herzog y su cámara pasan semanas enteras sin lavarse. De nuevo la ropa se le queda rígida de tanta porquería. No es tierra, ni fango o lodo. ¡No: Porquería! Porquería suya: el sudor y la roña forman una masa untuosa que apesta como una bomba fétida incluso al aire libre. Ni siquiera cambian durante semanas, e incluso meses enteros, la fina pieza de cuero que se coloca sobre el borde de goma del objetivo, y que normalmente debe cambiarse diariamente por motivos higiénicos, hasta que llega a estar cubierta de una especie de moho gris negruzco y apesta de un modo tan insoportable que ya ni me acerco a la cámara. A eso se añaden una glotonería y una pereza francamente repugnantes; esos engendros duermen aún a las ocho o las nueve da la mañana, a pesar de que en la selva el día empieza a las tres de la madrugada, momento en que la luz más maravillosa y mágica revela la creación en su misteriosa fuerza y pureza.Ante mis ojos, la selva se alza del seno de una niebla matinal de colores, de la misma manera que un cuerpo nace del vientre de la madre. Todo es nuevo, joven e inmaculado. Hasta ahora, ningún ser humano ha visto eso en la pantalla de un cine.Hoy la niebla matinal es rosada, casi violeta. Me abro camino con el machete a través de la pared vegetal, hasta un lugar desde el que puedo ver, por encima del río, la escarpada orilla de enfrente, donde el pesado barco de trescientas cincuenta toneladas cuelga de un único cable de acero, como si se encaramase a las nubes rosadas y violáceas del cielo. Son las cuatro de la madrugada. Vuelvo corriendo al campamento a través de la selva y despierto a patadas a Herzog y su camarilla. Cuando Herzog ve con sus propios ojos lo que le he gritado en el oído, mueve por fin el culo y echa a correr a lo largo del río. Las cinco de la madrugada. En veinte minutos se deshará la niebla, y en la naturaleza nada se repite, nada es igual que la última vez. Conseguimos por los pelos filmar la toma que yo quería.Y así sigue la cosa, día a día, durante cinco meses. Una y otra vez, tengo que negarme a seguir el horripilante texto que ha escrito Herzog y sus "instrucciones" de director aficionado. Tengo que forzarle a rodar cada una de las secuencias que deseo. Tengo que enseñar a ese imbécil de operador dónde tiene que colocar la cámara y decidir el objetivo y el enfoque. No "ensayo" ni una sola escena. Digo "¡acción!", y sólo lo hago una vez.Ya estamos terminando la película. Unas pocas semanas más, y me libraré de ese insecto. La escena final la rodamos por anticipado en el barco, mientras navegamos por el Amazonas. Me hacen fumar un cigarro enorme. Estoy de pie en la cubierta del barco, cara al viento, que lanza contra mi cara y dentro de mis pulmones el humo negro que sale de la chimenea. Es el humo de los neumáticos que queman en la sala de máquinas, pues el barco, que se supone es de vapor, va impulsado en realidad por un motor Diesel. Cuando por fin está lista la secuencia, que filmamos con diferentes objetivos, tengo ganas de vomitar hasta la primera papilla. Me encuentro tan mal que estoy a punto de desmayarme. Y en eso se me acerca Herzog y me dice que quiere repetir la escena. ¡Ese perro sarnoso debe de haberse vuelto definitivamente loco! ¿"Quiere" que vuelva a pasar por el mismo infierno?! ¿¿¿¿y para qué???? ¡¡¡La escena ha salido perfecta, lo sé ¡!! ¡¡¡¡Y abasta!!!!Le doy a Herzog una patada en la cara al estilo kung-fú, derribándolo. El fotógrafo quiere captar la escena, y le tiro una silla. El muy cobarde pone pies en polvorosa. A continuación, bajo al entrepuente para no tener que ver la estampa vomitiva de Herzog.-¿Hacía falta que te pusieras así?- me pregunta esa calamidad ambulante después de bajar al entrepuente con el rabo entre las piernas.-Ya veremos -le digo- Si quieres más palos, los tendrás.-¿Estas dispuesto a seguir rodando?- lloriquea ese gusano.-Pues claro, majadero -le digo- ¿Para qué te crees que estoy aquí?
Fragmento del libro "Yo Necesito Amor" autobigrafía de Claus Kinski; La sonrisa vertical.

domingo, 13 de diciembre de 2009

Fitzcarraldo o...la epopeya de un rodaje de ficción

La historia era la de un aventurero (Brian Fitzgerald, conocido como Fitzcarraldo en Perú – inspirado en el personaje real Carlos Fermín Fitzcarrald) que buscaba un paso entre un río (Pachitea) y otro (Ucayali), con la finalidad última de acceder a una parcela rica en caucho, lo que le permitirá venderlo y juntar el dinero para construir un teatro de ópera en Iquitos. Para cruzar de río a río, el aventurero arrastraba el barco por una colina que conectaba los dos lechos.

"Un millar de indios piros y campas y un centenar de blancos, unidos a la voluntad férrea de Fitzcarrald, acometieron la hazaña de hacer rodar el casco de la lancha Contamana por un camino de diez kilómetros de largo, subiendo alturas hasta de 469 metros. Más de dos meses duró el paso del Istmo, y Fitzcarrald, con posteriores reparaciones del camino, gastó cerca de cincuenta mil soles. (…)

Sobre tablas de cedro ruedan los troncos de setico, que con su jabón natural favorece el deslizamiento de la lancha. Hacen largos descensos en los descampados, donde se ha rozado el monte y se han sembrado chácaras de maíz, plátanos y yucas, que están maduros, sirviendo de ración a la gente.

Los indios trabajaban dando gritos de alegría y Fitzcarrald los animaba con sonrisas y amables palabras.

En el informe de 400 páginas que el ingeniero Juan M. Torres presentó a la Junta de Vías Fluviales sobre el Istmo de Fitzcarrald se hace un estudio minucioso sobre este camino, probando las dificultades que tuvo que afrontar Fitzcarrald al trazarlo, y su capacidad de ingeniero pera construirlo sin emplear explosivos.

"El varadero de Fitzcarrald parte de la margen derecha del río Serjali a media vuelta antes de la afluencia de la Huaman-Quebrada, y a los 332 metros sobre el nivel del mar, con rumbo total N. 70° E., para ir a morir en la margen derecha del Caspajali a los 352 metros sobre el nivel del mar, después de ascender hasta el divortium aquarum de las aguas de los ríos, a los 469 m. sobre el nivel del mar, en el kilómetro 7. Su extensión horizontal es de 11 kilómetros. 615 metros aparte de las sinuosidades debidas a la configuración del terreno. La parte occidental del camino está sobre terreno amarillento y fangoso, y sólo al subir la cumbre se muestra la roca. En la parte oriental el terreno es más consistente y menos fangoso, no habiendo descubierto la roca."

El camino construido en su parte más ancha tenía cuatro metros, y se angostaba en los pasos donde fueron construidos puentes de madera. Esta hazaña fue considerada por todos como asombrosa, y no ha sido imitada hasta la fecha."
El testimonio es de 1942. Faltaba Herzog

Fuente: Ernesto Reyna: Carlos F. Fitzcarrald. El Rey del Caucho, Lima, 1942 http://www.google.com.ar/search?source=ig&hl=es&rlz=1G1GGLQ_ESAR322&q=Ernesto+Reyna%3A+Carlos+F.+Fitzcarrald.+El+Rey+del+Caucho%2C+Lima%2C+1942&btnG=Buscar+con+Google&meta=lr%3D&aq=f&oq= (El texto completo está en 6º lugar con el título "Una familia de marinos".doc)

Quise agregar un toque más a la investigación y publiqué un fragmento de la historia verdadera del cruce del barco.
De todos modos, sobre como se hizo esta película no hay mucho que decir, todo está documentado en el filme "Burden of Dreams" que espero hayan podido ver, que vale la pena ver. Los que no lo tengan pueden bajarlo fácilmente por internet, para verlo con subtítulos en la computadora.
El resto para mi, pasa por dejar mi impresión de todo esto, que irá publicada como comentario al pie.

Fue un placer.
ORSHE


martes, 8 de diciembre de 2009

Y si señoresssss !! III

Bien, debo admitir que fracasé, era un sueño, casi lo tuve pero no, fracasé.

La cruel fatalidad de un destino escrito quien sabe para qué película de algún triste comediante, se instaló en mi realidad. Y yo, la miré incrédulo.

No pienso relatar los pormenores, de lo que fuera mi desconcertante itinerario. Pero al final, habiéndola acariciado, casi un par de veces, no tuve nada. Nada… comparado con la rutilante sorpresa con que fantaseaba mi creatividad.

Y si señoress…

Mañana realizamos el esperado encuentro.

Mañana…mañana estamos de festejo.

Mañana cerramos un círculo de luces y sombras, que hicimos madurar lentamente.

Mañana nos encontramos nuevamente, casi como la calandria que azota el vendaval.

Nos espera un cierre de novela. Para ello deberán traer para compartir con el resto de la gente, su relato, su parte de la historia. Cada uno tiene un pedazo del mensaje, mañana tendremos que encontrarle el sentido unívoco. Univoco porque intentaremos convergir en una unidad de conciencia, aunque la vivencia sea singular.

Nos juntamos en casa, a las 19 y 30. Tendremos un plenario inicial, después veremos la película "Fitzcarraldo" y finalmente trataremos de entender algunas cosas.

Para todo ello es menester que traigamos nuestro equipo, el cual consistirá en la película que vimos; la persona con la que la hayamos visto, para que nos de su parecer y el comentario que hayamos preparado para tentar a nuestros compañeros a verla.

Stocomovido.