sábado, 16 de octubre de 2010

Lo fácil, lo mediocre, lo exigente

El título de la nota hace obvia referencia a la famosa película de Sergio Leone, con los artículos usados tal como se la conoció en Uruguay; Lo Bueno, lo malo y lo feo.
Creo que pocas personas pueden desconocer la melodía principal de la película, aún no sabiendo de donde procede, y muchos sabiéndolo, no habíamos visto el filme.
Me topé con ella por accidente, un regalo de los tantos que ofrece canal TCM. Vi una imagen de color anticuado y temática simplona, que perfectamente podría haber pasado por alto, si no hubiese sonado oportunamente esa melodía, inmediatamente comencé a prestar atención. Todo esto ocurrió hace minutos. Si sentí el irrefrenable deseo de escribir por primera vez en mucho tiempo, es porque lo que vi me impactó tremendamente.
Había oído hablar del filme con expresiones propias de los fanáticos del genero western. Alguna opinión destacada por parte de Daniel Salzano, pero tomada como otra más de las apreciaciones nostálgicas del periodista.
Me encontré con una verdadera sorpresa, el filme es descomunal, la música de Ennio Morricone y las imágenes que logra Leone, se amalgaman consolidando un bloque hiperdenso.
Esto no es western, esto es cine y del mejor.
No hay modo de separar la música de las imágenes. Nos educaron para analizar por separado y siempre destacamos las buenas bandas sonoras, de hecho se promocionan por separado, o una como subproducto de la otra; pero en este caso la música es la película, y las imágenes son la música; es un todo y ni modo de separarlos, que no sea evocando la ausencia de una de ellas.
No es fácil ver lo que describí. Si sos de mi generación o anterior, es más fácil, pero puede ocurrir que los estereotipos aprendidos a través de tantos westerns, te velen los sentidos. Cualquier genialidad artística puede quedar oculta por la ansiedad automática que propone ver una de couboys. Si sos más joven, me temo que se complica aún más. Hay que practicar el ejercicio de renunciar a lo fácil, para poder acceder. Hay que ser capaz de usar la paciencia y la concentración para no perder el hilo. Esto se logra sólo con entrenamiento.
Hoy podrá parecer absurdo practicar la paciencia, la tolerancia y la concentración para acceder a propuestas exigentes. Y probablemente no haga falta, porque la inmediatez actual, además no da respiro, no deja tiempo.
Pero sin duda, hay sabores que se pierden.
ORSHE